Mi techo es su suelo la veo cuando escucho, la encuentro y me muero. Su piso es mi cielo, me vence aunque lucho: su olor de aguacero. No sabe que existo, no advierte que espero, un buen empujón del destino. Mientras tanto soy solo el vecino. Ella vive arriba en el sexto piso yo escucho sus pasos, yo panza arriba tirado en el piso viendo el cielo raso. Parece un bongo sus pies en la duela con esa rutina del cisne, así es como empiezan los chismes. Casi la puedo puedo ver; persigo el camino del baño a la sala, escucho caer su blusa de lino, ya esta en la cama. Yo en cobertizo soñando con ella con la bailarina vecina se olvido de cerrar la cortina. |
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